En origen la
confianza viene de afuera. Gota a gota la confianza se asienta en nosotros
mismos a través de la valoración, el aprecio y la ecuanimidad de los demás. Por
eso es importante que los Padres sean justos y ecuánimes, que no creen falsas
expectativas, que no hagan sentir a sus hijos que son los mejores en todo, ni
tampoco los peores en todo, que no los llenen de
tareas imposibles, que los confronten con sus destrezas y méritos, que los
expongan a los obstáculos y problemas para que puedan sentir lo que pueden y merecen,
que los inciten a los aprendizajes y las tareas para el logro de las cosas. Es
adecuado también que los Padres muestren a sus hijos los límites, que los
confronten con amor y claridad.
Desconozco autor.
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