lunes, 23 de diciembre de 2013

"Enséñale las cosas importantes... las de verdad. A saltar en los charcos, a dar besos de mariposa y abrazos muy fuertes. Dile cuánto le quieres siempre que lo pienses. Déjale imaginar e imagina con él. Las paredes se pueden volver a pintar, los objetos se rompen y se reemplazan. Serás madre toda tu vida... él solo será niño una vez". 




Como enseñar a tus hijos a pensar.



Enseñar a pensar, dicen. Todo el mundo está de acuerdo que esa es la función de la escuela moderna. Pero entre el estar de acuerdo, el decir, el realizar y luego, el juzgar los frutos hay enormes abismos de distancia. Enseñar, la verdad sea dicha, se enseña a repetir.
Antes repetían que Dios creó el mundo. Luego se ensayó la repetición de que todo empezó con el Big Bang. Si Ud. no estudió a fondo el tema del Big Bang, cosa que toma largos años, y se limita a decir que todo empezó con el Big Bang usted repite; no piensa, no emite ninguna idea científica. La mayor parte de nuestro saber es repetición de cosas que otros estudiaron y damos por verdades.
A mí me enseñaron a repetir “evolución”, “especies”, “Darwin”, “progreso”, “hidrógeno dos oxígeno”. También me enseñaron la historia nacional y su punto de partida, nuestra lucha con los realistas. Nunca me olvidaré de los realistas. Me quitaron el sueño durante años. Yo repetía: “los realistas”, “los realistas”. Sacaba buenas notas, pero vivía aterrorizado. En cualquier momento alguien podría preguntarme quiénes eran los realistas y yo me moriría de vergüenza.
Así me pasé la vida: repitiendo frases, fórmulas, datos considerados obvios. Pero siempre con miedo. Tengo pánico de zafarme, en un rapto de inconsciencia, en el intervalo de un concierto, en alguna reunión social; pánico de no empalmar correctamente una obra con su autor, una pintura con su escuela, una fecha con un presidente, una altura con una montaña.
Tengo pánico de que se me crucen las repeticiones. Miedo. También me persiguen los quebrados, y los conjuntos y los logaritmos. A veces, confieso,  también pienso. Cuando no tengo que repetir y quedar bien públicamente, pienso.
¿Cuándo pienso? Cuando sucede algo imprevisto, algo que la base de datos de la computadora mental no lo registra. A mí me gusta pensar, me divierte, me hace sentir que vivo, y que vivo para algo.
Y también te digo una cosa: todos estamos dotados para esta tarea, porque es independiente de estudios realizados. La inteligencia y el razonamiento están en cada uno, como las arterias, la sangre, la piel. Hay que usarlas o se entumecen.
 No, no se puede enseñar a pensar, pero lo que se puede hacer es estimular el pensamiento, dejarlo fluir. 
Cuando tu hijo, tu alumno de pronto se sale del libreto y dice alguna idea propia, o una fantasía, ahí es donde hay que estar alerta para prestarle atención y motivarlo.
Pero la sociedad, y la escuela a menudo, lejos de motivar eso que es la diferencia, la reprime, la anula y después dicen que…hay que enseñar a pensar.
No, no hay que enseñar; hay que dejar pensar, provocar el pensamiento, aceptar a quien formula ideas extrañas a las establecidas en los manuales. Hay que educar para pensar, educar para no repetir por más que todos digan lo mismo. Si todos dicen algo atinado es bueno, y si no es verdadero, hay que atreverse a decir que es falso. Para pensar hay que tener atrevimiento. Cerebro, capacidad, eso lo tenemos todos. Pero atreverse a ir contra la corriente-que eso es pensar- es todo un esfuerzo y todo un riesgo. Yo digo que vale la pena, y que la felicidad consiste en tener una idea propia, un sentimiento propio. Y eso es pensar.
Hay que atreverse a pensar. Atreverse a dejar pensar. Tendríamos hijos mucho más inteligentes de los que tenemos. Porque, como decía mi abuelo cuando le nació un bebé hermosísimo a mi prima: 
-Por qué los chiquitos son tan graciosos, tan inteligentes, y de grandes se vuelven tan…(no escribo la palabra para no ofender a nadie). La respuesta es sencilla:  
-Porque, abuelo, cuando crecen, se les corta las alas, la fantasía, el pensamiento…Y se los obliga a repetir frases hechas, ideas hechas, conceptos hechos. Por eso se vuelven tan… 
Conviene pensar en el tema,
¿no les parece?

Texto de Jaime Barylko

lunes, 16 de diciembre de 2013

Está llegando un ser especial.

Desde la voz del recién nacido

Hoy las mujeres trabajamos a la par de los hombres, hecho que vivimos con orgullo y satisfacción. Además ninguna mujer está dispuesta a volver al pasado de sometimiento económico, religioso o moral.  Nos sentimos libres al gozar por fin de la autonomía largamente merecida. Luego nos felicitamos mutuamente por la victoria de las libertades individuales. Hasta ahí estamos todos de acuerdo.

Quien posiblemente no esté tan de acuerdo sea el bebe recién nacido. Porque como mamífero humano, nació “sin terminar”. Es decir, va a necesitar nueve meses de “embarazo extrauterino” para completar los nueve meses de “embarazo intrauterino”, esperando encontrar la misma calidad de confort, placer, movimientos, alimento, olores, mirada y presencia que experimentó en el vientre de su madre. Este torrente de experiencias agradables podrá recibirlas dentro de un entorno femenino, o más precisamente, dentro de un entorno maternante.
Los bebes recién nacidos no fueron invitados a la fiesta de los tiempos modernos. No tienen voz ni voto en estas decisiones. Y las personas grandes no nos tomamos el trabajo de averiguar qué es lo que ellos -en su especificidad de niños muy pequeños- necesitan: básicamente seguir navegando en la sutileza de la energía materna. Pero hay algo más que permanece  oculto en el pensamiento colectivo: la espontánea e íntima escucha de la madre al llamado del recién nacido y la intransferible conexión que cada mujer siente respecto al propio hijo.
Para permitirnos reconocer que la necesidad de permanecer juntos también es nuestra, las mujeres deberíamos sentirnos cuidadas, atendidas, apoyadas y sostenidas. Libertad no es depender de los propios recursos para subsistir. Libertad no es trabajar dobles o triples jornadas.  No somos libres cuando somos expulsadas al mundo del trabajo viéndonos obligadas a abandonar a la cría. Eso es lo que nos han hecho creer -y hemos aceptado como cierto- engañadas con la zanahoria de la modernidad.  En realidad, sólo somos libres cuando nos otorgamos las posibilidades de vivir a fondo cada etapa de la vida. Y el primer período de la maternidad es una muy especial. Además dura poco tiempo.
Laura Gutman

viernes, 13 de diciembre de 2013

Amar a nuestros hijos no es suficiente...


Compartimos tiempo con nuestros hijos jugando, creando, enseñandole algunas cosas para que se desenvuelvan en la vida. 
Pero... nos ocupamos de acompañarlos en el momentos que expresan sus emociones? 
Compartir dichos momentos, tanto sus alegrías como sus tristezas , escucharlos, preguntarles como lo hace sentir eso por lo que está pasando.. hará que nuestros hijos se sientan valorados y sobretodo, más amados.

martes, 3 de diciembre de 2013

Niño interior y autoestima

Casi toda nuestra programación, tanto negativa como positiva, es algo que aceptamos en la época en que teníamos tres años. A partir de entonces, nuestras experiencias se basan en lo que en aquel momento aceptábamos y creíamos de nosotros mismos y de la vida. La forma en que nos trataban cuando éramos muy pequeños es habitualmente la forma en que ahora nos tratamos. La persona a quien usted está riñendo es un niño de tres años que lleva dentro.
Si es usted una de esas personas que se encolerizan consigo mismas porque son temerosas y pusilánimes, piense que tiene tres años. Si tuviera delante a un niño de tres años que tuviera miedo, ¿qué haría? ¿Se enfadaría con él, o le tendería los brazos y lo consolaría hasta que se sintiera cómodo y seguro? Quizá los adultos que lo rodeaban cuando usted era pequeño no hayan sabido cómo consolarlo entonces. Ahora usted es el adulto en su vida, y si no sabe consolar a la criatura que lleva dentro, realmente es algo muy triste.
Lo que se hizo en el pasado está hecho; lo pasado, pasado. Pero este momento es el presente, y ahora usted tiene la oportunidad de tratarse como desea que lo traten. Un niño asustado necesita que lo consuelen, no que lo reprendan. Si usted se reprende, se asustará más, y no encontrará a quién volverse. Cuando el niño de dentro se siente inseguro, crea muchísimos problemas.
¿Recuerda cómo se sentía cuando lo humillaban de pequeño? Pues de la misma manera se siente ahora ese niño que lleva dentro.
Sea bondadoso consigo mismo. Empiece a amarse y a demostrarse aprobación. Es todo lo que necesita para expresar al máximo sus potencialidades.
de “Usted puede sanar su vida”
 Louise L. Hay

Acerca de la autoestima y los niños

Los niños nacen con un enorme amor hacia sí mismos. Es la sociedad la que suprime ese amor… El amor de un niño hacia sí mismo es desviado. La sociedad lo condiciona de manera que su amor se dirija siempre hacia un objeto externo. Esto conduce a hombres y mujeres muy pobres, porque cuando quieres a alguien externo a ti, te vuelves dependiente de ese objeto. A tus propios ojos te conviertes en algo secundario, te conviertes en un mendigo.
Al nacer eras un emperador totalmente satisfecho contigo mismo. Pero tu padre quiere que lo quieras, tu madre quiere que la quieras. Todos a tu alrededor se quieren convertir en objeto de tu amor. A nadie le preocupa que si una persona no puede amarse a sí misma tampoco será capaz de amar a alguien más. De modo que se crea una sociedad desequilibrada, donde todo el mundo intenta querer a alguien, pero sin tener nada para dar.
A un niño debidamente educado se le debe permitir crecer en amor hacia sí mismo, de forma que esté tan lleno de amor que compartirlo se convierta en una necesidad. Estará tan repleto de amor que querrá compartirlo con los demás.
Entonces, el amor por ti mismo nunca te hará dependiente. Tú eres el que da, y el que da nunca es un mendigo.

Osho

lunes, 2 de diciembre de 2013

Mostros y Mostritos


los muñecos que realizamos están hechos con descartes vírgenes de la industria textil.
Los podés encontrar en 3 tamaños diferentes.
Son altamente abrazables.

Enseñale a tu hijo a quererse...

Alimentar la autoestima de tu hijo hará que formes una persona segura.

Decidí hacer felices a tus hijos


La mamá y el bebé

El encuentro de la mirada de la madre y el hijo, creará un vínculo de por vida.

Habla con tus niños, decile lo importante que son para vos.


Estás escuchando a tus hijos?


Le estás prestando suficiente atención a tu hijo?


Los niños aprenden lo que viven


Lo que le des a tus hijos es lo que ellos transmitirán a los suyos.